
Carina vs. Espert: la política argentina y su doble moral
Carina IVASCOV no hizo nada grave. Solo no obedeció.
No renunció cuando el poder quería borrarla, y eso, en la política argentina, es peor que robar fondos públicos: es tener dignidad sin autorización.
El juez Ramos Padilla podría mantenerla en la lista, pero el oficialismo ya entró en modo histeria:
“¡Convénzanla, que se baje, que molesta!”
Claro, el reglamento electoral es igual para todos… hasta que una mujer decide usarlo.
Mientras tanto, José Luis Espert —el rebelde domesticado— ya aprendió la lección:
el sistema te deja hablar de libertad siempre que no la practiques.
Lo invitaron al club, le sirvieron café, y le recordaron que las decisiones las toman los de siempre.
En resumen:
Carina incomoda, porque no se baja.
Espert decora, porque ya se bajó.
Y así funciona el bipartidismo argentino:
una máquina perfecta para premiar al obediente y castigar al que no se deja usar.