
Santilli, el empleado del poder: 30 años de servicio, sin ideas pero con presentismo perfecto
Bajada:
Desde Menem hasta Larreta, Diego Santilli no cambia de ideología: cambia de jefe.
Una trayectoria ejemplar en el arte de obedecer sin preguntar.
—
De Menem a Larreta: historia de un contrato indefinido
Dicen que en Argentina no hay continuidad institucional.
Error: se llama Diego Santilli.
Desde el neoliberalismo con patillas hasta el Excel neoliberal con PowerPoint, el Colorado estuvo ahí.
Leal, discreto y siempre disponible para aplaudir lo que sea, mientras tenga membrete oficial.
Si la política fuera una oficina pública, Santilli sería ese empleado que nunca renuncia, pero tampoco hace nada.
Pasa de gobierno en gobierno como quien cambia de escritorio… con el mismo mate.
—
️ Menem, Duhalde, Ruckauf, Macri, Larreta: cinco jefes y ni una convicción
Sirvió a todos y contradijo a ninguno.
Con Menem aprendió el arte del “sí, señor”.
Con Duhalde, la ciencia del “ya lo llamo”.
Con Ruckauf, la política de “represión con moderación”.
Con Macri, el coaching motivacional para ricos.
Y con Larreta, la burocracia zen: gobernar sin mover un músculo.
Santilli es el político argentino perfecto:
ni brilla, ni molesta, ni cambia.
Como una silla del Congreso: siempre está, nadie recuerda cuándo llegó.
—
La coherencia no se mide en ideas, se factura en viáticos
La ideología de Santilli es el empleo público.
La única bandera que respeta es la del escritorio con aire acondicionado.
Y su modelo económico es el de la supervivencia adaptativa:
el darwinismo aplicado al clientelismo.
No defiende causas: defiende su horario.
No hace política: hace planilla.
—
️ El Colorado, versión 2025: candidato a seguir estando
Santilli no promete cambio, promete continuidad.
El hombre que trabajó para todos sin que nadie recuerde qué hizo.
Un funcionario tan eficiente que, a fuerza de no destacar, se volvió indispensable.
Si la casta es un ecosistema, Santilli es su especie más resistente:
no tiene ideología, tiene metabolismo lento.
—
⚖️ Epílogo: el empleado del siglo político
Diego Santilli no gobierna, no lidera, no inspira.
Pero cumple horario, firma asistencia y sonríe en las fotos.
En un país donde todos se van, él se queda.
En resumen:
> “No tiene proyecto, pero sí antigüedad.”