Los cementerios son un peligro al medio ambiente, es necesario tener un control adecuado acerca de la mineralización de partes orgánicas del cuerpo humano y sustancias solubles, portadoras de gérmenes patológicos. Un cementerio y crematorio crean mucho daño, causado por los líquidos y gérmenes que llegan a las napas, contaminando el uso humano del agua. Debido al desarrollo industrial y a la explosión demográfica, los cementerios actuales han quedado enclavados en medio del ejido urbano, con el agravante que por sus costados y frentes, pasa el viejo acueducto que viene de la planta potabilizadora y en el mismo circula el agua potable que consume la ciudadanía toda, hoy los cementerios están colmados casi en un cien por cien, sin posibilidades de ampliarse, ya que están acotados en sus lados limites, por las calles o arterias principales del ejido urbano que lo rodea.
El problema de la contaminación ambiental, llega también a la napa freática, que en algunas ciudades se encuentran a pocos metros de la superficie y bañan los ataúdes que se encuentran enterrados el predio del cementerio, de esta manera, arrastra los líquidos lixiviados, producto de la descomposición de los cadáveres y los pone en contacto con las cañerías de agua potable, a esto se le suma, los gases que despiden los cuerpos que se encuentran en las bóvedas y nichos, quedan expuestos al viento dominante que los arrastran hacia toda la ciudad, en su camino posterior al cementerio, produciendo la contaminación del medio ambiente.
Hoy en día, con los estudios y la tecnología existente, encontramos que la tanatopraxia empleada en un cuerpo, elimina la posibilidad de contaminación del medio ambiente, esta técnica, ofrece al fallecido la mejor forma de presentación ante sus familiares o amigos, con las debidas garantías sanitarias mediante la conservación del cuerpo, los cuidados estéticos mediante la tanatoestética o la reconstrucción de partes dañadas. La tanatopraxia aplicada en los cadáveres, tiene como ventaja que desaparece la posibilidad de contagio de enfermedades, los malos olores, el derrame de líquidos, además estéticamente se recupera el color natural y apariencia que permite realizar el velatorio en el tiempo necesario, así entonces esta ciencia de restauración y conservación de un cuerpo, utiliza técnicas especiales que busca como finalidad la de mantener la apariencia natural del cuerpo semejante a la que presentaba en vida, pero que a su vez, provoca la completa eliminación de contaminación ambiental.
En los cementerios, los productos químicos que pueden liberarse de los ataúdes son altos contaminantes del agua subterránea, ya que su materialidad, manijas y adornos metálicos expulsan toda clase de barnices, selladores y conservantes. Además, el entierro de los ataúdes conlleva a los metales a corroerse o degradarse en tóxicas dañinas, lo que pone en peligro el medio ambiente y la salud, ya que se filtran en los suelos afectando la vida de la población cercana a ellos.
Otro elemento de preocupación, es el mercurio existente en los marcapasos, tapaduras dentales, tubos esofágicos y otros productos médicos que pueden estar en el cuerpo humano, que con el pasar del tiempo se deteriora en un elemento tóxico con la alta posibilidad de filtrarse que pueden filtrarse al agua subterránea. Por último, la alta mantención de los jardines y pastos verdes requerida por los cementerios, incluye el uso de numerosos pesticidas, fertilizantes y herbicidas que son tóxicos para nuestra salud a largo plazo. Es por eso, que si te interesa el cuidado del medio ambiente puedes optar por alternativas de entierro más amigables con el medio ambiente.
La contaminación afecta a los cementerios convencionales y estos no están exentos de exportarla dentro del entorno urbano que su ubican y su impacto ambiental es continuado. Pueden haber sido diseñados como jardines, pero cuando se inhuman cadáveres tratados con productos tanatoprácticos y dentro de ataúdes barnizados, los productos que contienen se liberan al entorno. El entierro en un cementerio convencional hace uno uso intensivo de recursos (hormigón, mármoles, granitos, etc.) y los féretros pueden contener productos tóxicos. Algunos estudios demuestran que no son inocuos y que su huella ecológica es superior en algunos casos a la incineración.
El documental de 2014, A Will for the Woods, describe el problema de un funeral típico (de estilo norteamericano). Este documental nos recuerda que «Solo en los EE. UU., se colocan en el suelo aproximadamente más de medio millón de ataúdes en su mayoría de madera virgen, se consumen sesenta mil toneladas de acero y un millón y medio de toneladas de hormigón armado. A todo ello, se le añaden los dieciocho millones de litros de líquido de embalsamamiento tóxico cada año». Para el mantenimiento de los jardines fúnebres se consumen grandes cantidades de agua y productos fitoquímicos. Existen algunos manuales de buenas prácticas en el mantenimiento de cementerios para reducir el impacto ambiental que conlleva.
Las filtraciones de los productos tóxicos que contienen los ataúdes o el cadáver dentro de un nicho o tumba, pueden llegar al suelo y, por tanto, a las aguas subterráneas.
En el siglo XIX, se diseñaron nuevos cementerios para dar un tratamiento más digno de los seres queridos fallecidos. Así nació el cementerio paisajístico o ajardinado, concebido también como un espacio verde urbano muy necesario para ciudades cada vez más pobladas. Los cementerios fueron en algunos casos los primeros parques públicos, donde la gente incluso iba a hacer picnic, relajarse y cortejar. Hoy la presión urbanística en las grandes metrópolis plantea un nuevo reto a los cementerios. Uno de esos retos es la necesidad de revisar las prácticas de entierro convencionales.
Las prácticas funerarias modernas que aplican técnicas de conservación transitoria con productos químicos altamente tóxicos como el formol, amenazan la calidad ambiental del entorno urbano. Lo mismo sucede con los féretros fabricados con barnices orgánicos y tapicería sintética.
En 1995, la Universidad Tecnológica de Sydney publicó un informe donde se examinaba a nueve cementerios y crematorios en Australia. Encontró que el mayor problema con estas instalaciones era la filtración de contaminantes desde los ataúdes hasta las aguas pluviales y capas freáticas subyacentes.
Un informe de la Agencia de Medio Ambiente del Reino Unido de 2004 advertía sobre los posibles contaminantes de las aguas subterráneas de los cementerios. Su publicación fue demoledora.
En este informe se valoraban todos los factores que conducen a la contaminación del suelo y las aguas subterráneas debidas a la inhumación. Lamentablemente, tanto en la materia orgánica e inorgánica de los difuntos, como en los componentes de los ataúdes convencionales hay contaminantes tóxicos.
La inclusión de la naturaleza en los entornos urbanos se argumenta para reducir la contaminación, literal y figurativa, de la moderna ciudad industrial.
Los grandes parques creados en el siglo XIX en muchas ciudades y sus cementerios paisajísticos son una prueba de ello. En el siglo XXI, limpiar las ciudades de influencias contaminantes vuelve a ser una necesidad. Sin embargo, no se aprecia necesaria la ambientalización de los cementerios urbanos ni las prácticas de mantenimiento en los equipamientos fúnebres.
No hay suficiente conciencia sobre la toxicidad de las prácticas funerarias modernas de entierro tanto en cementerios o en crematorios, ni de los productos acumulados por los fallecidos, incluidos radioisótopos de terapias radiológicas.
Se piensa que un entierro en el cementerio es inocuo. Y no lo es. Un cadáver inhumado que ha recibido el servicio de embalsamamiento con formol y derivados similares contamina. Hay contaminantes en los fallecidos, los cementerios actuales están acumulando nuevos riesgos de contaminación para la ecología y la salud. En Estados Unidos cada vez más gente quiere ser enterrada con su móvil y otros gadgets electrónicos.
En el mundo occidental son habituales los implantes con silicona. La silicona para implantes estéticos no es «inerte» como se pretende. Los implantes de silicona contienen siloxanos volátiles líquidos como D4 octametilciclotetrasiloxano y D5 decametilciclopentasiloxano. Estas sustancias permanecen en los cadáveres.
Algo parecido pasa con las amalgamas de plata y mercurio que se utilizaban en las endodoncias desde casi dos siglos. Para evitar la contaminación de mercurio de estos implantes dentales, la Unión Europea (UE) se ha propuesto eliminar la amalgama de mercurio dental en 2030. Desde julio de 2018, está prohibido el uso de empastes de mercurio en los tratamientos de dientes de leche, a menores de 15 años y mujeres embarazadas o en periodo de lactancia. Y a partir de 2019 sólo podrá utilizarse esta sustancia en la amalgama dental si está encapsulada.
Esta legislación asegurará que en el futuro se evite la presencia de mercurio en los cadáveres.
Por otro lado está el formol en los cementerios, el formaldehido, el más simple de los aldehídos, altamente volátil, muy inflamable y tóxico. Pero el gran problema de contaminación en los nichos y tumbas de los cementerios está enterrado y se conservará por muchos siglos. Las tumbas de la Guerra Civil en los Estados Unidos, por ejemplo, contienen cuerpos embalsamados con varias fórmulas secretas no reguladas, mezcladas con arsénico. Estos tóxicos permanecen en las fosas donde se practicaron los entierros.
El embalsamamiento, muy extendido en Estados Unidos y Francia, sigue siendo también un servicio ofertado por las funerarias españolas. Muy pocas utilizan, cuando es necesario un producto de conservación transitoria ecológico como el Bio Sac 200.
El formaldehído, es un producto carcinógeno que inyectado a un cadáver, termina por depositarse en el suelo y finalmente, se filtra al agua subterránea.
En los nichos y tumbas de los cementerios no sólo quedan los huesos, sino también los residuos tóxicos inyectados al cadáver. Los productos tóxicos salen de las fosas funerarias cuando estas se limpian.
La tanatopraxia consiste en inyectar productos químicos tóxicos. Es una actividad que contribuye a que los cementerios alberguen una una toxicidad latente en forma de contaminación retardada.
Respecto a los procesos químicos relacionados con la contaminación de suelos y aguas subterráneas, la información es menor, pero existen estudios que demuestran incrementos significativos de nitrato, amonio cloruro, sulfato y bicarbonato aguas abajo de los terrenos destinados a cementerios, atribuibles a procesos de lixiviación y que deterioran notablemente la calidad del recurso hídrico.
Respecto a este tema, la Organización Mundial de Salud ha señalado la falta de información existente sobre la contaminación química de suelos y aguas subterráneas asociada a la degradación de la madera de los ataúdes, de las telas y plásticos usados en mortajas y de la movilización de los metales usados en la herrería y ornamentación de ataúdes.
Dicho todo esto, Intendente Maiocco, le recordamos que usted no fue capaz de proveer agua potable a muchos vecinos que consumen agua de pozo, el cual fue contaminado. Un cementerio se recomienda ubicarlo en un radio de distancia de 5 km de una vivienda como mínimo y alejados de una ciudad. Atento a lo mencionado anteriormente, exigimos antes de cualquier intento que se cumpla con los requisitos nacionales, provinciales y municipales para la autorización sanitaria:
- Plan de manejo ambiental.
- Estudio de la alteración del ecosistema.
- Estudio de impacto ambiental, el cual deberá contener lo siguiente:
Evaluación Ambiental: Descripción ambiental del área de influencia del proyecto.
Deberá involucrar:
Del entorno Ambiental
Localización
Caracterización climática
Aspectos topográficos, geológicos – geomorfológicos y edafológicos.
Recursos hídricos
Superficiales (Caracterización, Calidad, Usos reales y potenciales.
Subterráneo (Caracterización, Calidad, Usos reales
y potenciales, disponibilidad versus usos)
Atmósfera
Variables atmosféricas
Estudio local de calidad de aire y rosa de vientos.
Medio biológico
Ecosistema naturales. (indicando tipo de vegetación, fauna; distribución, señalando si la zona es utilizada por las especies animales como lugar de alimentación y/o reproducción, si hay especies vegetales o animales en vías de extinción).
Aspectos socioeconómicos.
Localización de zonas urbanas y/o rurales
Caracterización poblacional, densidad.
Usos y ocupación del suelo.
Infraestructura de servicios.
Actividades económicas predominantes.
Relación sociedad/recursos ambientales
Descripción del proyecto:
Actividad a desarrollar, tecnología a utilizar, distribución de sepulturas e infraestructuras.
Sistemas de abastecimiento de agua y aguas residuales.
Transporte y disposición de los cadáveres.
Tipo de residuos sólidos y semisólidos, emisiones gaseosas y/o efluentes líquidos que se espera generar, sistema de almacenamiento transitorio y/o tratamiento de los residuos que se espera generar.
Aspectos constructivos de la obra civil a realizar (vías de acceso y evacuación).
Condición y medio ambiente de trabajo. Riesgos específicos de la actividad en la salud. (niveles y condiciones de la exposición, etc).
Seguridad operativa.
Evaluación de impactos ambientales (EIA): identificación de los impactos ambientales asociados a la inserción del proyecto en el medio circundante. Se deberá discriminar en:
Identificación y cuantificación de impactos
Positivos y negativos
Críticos, severos, moderados, compatibles
Directos e indirectos
Cronología de los impactos
Magnitudes esperables
Repercusiones de la obra sobre la salud de la población en general
Indicadores de salud en la zona: tasa de natalidad, letalidad, enfermedades prevalentes, tasas de incidencia y prevalencia.
Proyecciones de los posibles impactos de la actividad en la salud ocupacional, en la población que usa el servicio y en la población circundante.
Medidas mitigadoras de los impactos negativos
Planes de Manejo Ambiental.
Programa de monitoreo ambiental
Parámetros a monitorear, frecuencia de mediciones.
Cronograma de implementación de planes de mitigación.
Plan de cierre y abandono de la obra.
Adjuntar planos de ubicación geográfica, topográficos, perfil de terreno, distribución de instalaciones administrativas, servicios, vías de acceso principales y secundarias, estacionamiento, áreas verdes, áreas de disposición de cadáveres (tumbas, nichos, mausoleos, criptas, cinerarios, osarios, etc.) entre otros.
NO BENEFICIE UN EMPRESARIO PRIVADO, CUIDE LA CIUDAD.
LOS VECINOS NOS OPONEMOS .
No al cementerio y crematorio.
Acompañaremos más firmas de vecinos.
PRESIDENTA DE ASOCIACIÓN CIVIL. CARINA IVASCOV , VECINA Y CONTRIBUYENTE DE IMPUESTO COMO EL PUEBLO VICTORIENSE.